Era la más bella y sublime
de las criaturas, tanto que no se mostró ni a los ángeles ni a los hombres. Apartada
siempre de todos, tratada como algo que no puede siquiera contemplarse, el
misterio que la envolvía me hizo sentir curiosidad por ese enigmático ser.
Recuerdo
aún hoy, desde la oscuridad en que me encuentro, la primera vez que por
casualidad su vista se topó con la mía. Me observó esa criatura con ojos
azorados puesto que no había tenido contacto con nadie, salvo con quien la
creó.
Tímidamente
fue acercándose a mí, no retrocedí a pesar de la consigna que el más grande
había dado de no mirarle siquiera, dejé que se diera cuenta de mi existencia,
palpó mi ser con movimientos torpes y asustados, cuan feliz me sentí por su
contacto.
A partir de
aquel momento, nació entre nosotros un extraño sentimiento, muy pocas palabras
entre ambos se daban pues no eran necesarias.
Siempre escondidos
manteníamos nuestra amistad, pero era demasiado intensa que no pudo por mucho
tiempo pasar desapercibida. Caro pagué el error de acercarme a quien no debía.
Había
contagiado de un sinfín de emociones y pensamientos a quien no los poseía, por
ello debía pagar un castigo, así fue decidido.
A pesar de
mi fin inminente, no sentía temor, por el contrario el precio era poco
comparado con la gloria de haberle conocido, fue de todo lo mejor que me pudo
haber pasado.
En el momento
de mi sacrificio, aquel beatífico ser se postró ante su creador y pidió, se le
inmolara en mi lugar con tanto ahínco, que a él le conmovió con ese ruego y aceptó su proposición.
Cuando
observé a ese ser, a quien yo estaba tan íntimamente ligado, sentí un dolor
profundo en el corazón, su suerte ya estaba echada, no habría marcha atrás.
Ver morir,
a quien se supone no debe hacerlo nunca, hizo germinar en mí un sentimiento
nuevo, así como una vez amé con gran fervor, ahora odiaba con esa misma intensidad
a quien le dio la vida y ahora se la estaba quitando, en ese momento deseé ser
como él para poder regresar a quien se había marchado, pero era imposible.
Le odié
tanto que contra él guerreé pero fue una batalla que antes de comenzar ya
estaba perdida. Se me arrojó de aquel lugar de luz para sumirme en la oscuridad.
Ahora ya nada
tenía puesto que todo se me había quitado, fue entonces que en ese mundo frío y
desolado una vez más le encontré, parecía dormir plácidamente, no quise
molestarle.
Desde
entonces me he dedicado a velar su sueño, a cuidar que nada le perturbe, porque
esa criatura representa para mí lo que más he amado, tanto que no me importó
transgredir las leyes y caer por el solo hecho de haberle conocido.
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